miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Qué hace atractivo al hombre?

Para contestar la pregunta del título, es necesario, antes que nada, hacer una distinción clara entre la atracción instantánea (o flechazo), y la atracción constante y duradera (o razones para amar a un hombre). El mecanismo por el cual una mujer puede sentirse inmediatamente atraída hacia un hombre es un popurrí de muchos factores: la voz, un gesto determinado, la forma en que sostiene un vaso en la mano, un cierto estado de ánimo, algún interés mutuo. Pero cualquier atracción que se base únicamente en estas cualidades durará muy poco, a menos que el hombre también le parezca a la mujer “digno de ser amado”.
Después de entrevistar a muchas mujeres, expongo aquí las características que, con mayor frecuencia, estiman ellas parte integrante del atractivo masculino, o sea del hombre por el que verdaderamente se sienten atraídas.
1.      La apariencia física, desde luego influye en que un hombre resulte atractivo a primera vista y, también en menor grado, contribuye al interés duradero. Pero presenta muchos aspectos engañosos. El hombre tan guapo como un artista de cine es sin duda atractivo, pero las mujeres prefieren al hombre “interesante” o “varonil”. Una cara tosca puede identificarse como masculinidad: para algunas, puede significar que sabe bastarse a sí mismo y que podrá protegerlas. Una apariencia juvenil, por otra parte, puede simbolizar ingenuidad, y la posibilidad para ambos de “madurar juntos”. Otra mujer acaso se sienta atraída por un hombre que se parezca a su propio padre y que actúe como él, sobre todo si ha sido para ella un ídolo. (Aunque el sentimiento de adoración filial sea consciente, ejerce a menudo una considerable influencia en muchas mujeres.
2.      El factor más importante en el atractivo perdurable de un hombre es su capacidad de interesarse auténticamente por su esposa y por sus hijos, y saber relacionarse armoniosamente con ellos. Un hombre atractivo no dedicará todo su tiempo, su energía y sus emociones solo a trabajar. Considerará a su esposa y familia como socios, amigos y aliados. Compartirá con ellos su vida de trabajo, su felicidad y sus problemas.
3.      El hombre digno de ser amado se da cuenta de que su esposa es una persona muy compleja, cuyas necesidades sexuales, sentimientos y reacciones forman un todo y depende de sus emociones, de su bienestar y de sus estados de ánimo. En las relaciones sexuales, la mujer al contrario del hombre, para participar y responder plenamente, tiene que haber logrado cierto equilibrio entre dichos sentimientos y estados de ánimo.
El hombre digno de ser amado es paciente. Le agrada aprender, enseñar y desarrollar su capacidad creadora e imaginativa para prodigar afecto y proporcionar satisfacciones. Le interesa más sentirse unido a la amada, y compartir el placer y la felicidad, que su amor propio. No “ se duerme en sus laureles”, y sabe que sus palabras, sus gestos y ademanes tiernos son muy importantes para su esposa. No tiene miedo de pronunciar frases como “ te quiero”, ni teme exteriorizar sus sentimientos. Sabe que su capacidad de expresar su intenso amor constituye una prueba de virilidad, de fuerza interior y de riqueza espiritual.
También sabe que es necesario despejar periódicamente el trabajo, a los niños y otras obligaciones para salir con su esposa y disfrutar los dos de unas horas de intimidad.

4.      El hombre digno de ser amado es franco acerca de lo que piensa y capaz de afrontar los problemas sin refunfuñar. Esta siempre dispuesto a tomar decisiones, pero consultando con su esposa en todo lo que pueda afectar la vida familiar. Le gusta “hablar claro” y expresar francamente su enojo cuando lo experimenta, para que los canales de comunicación de la familia siempre estén  abiertos.
También está dispuesto a olvidar y perdonar, en caso necesario.
5.      El hombre atractivo, digno de ser amado, le da beligerancia de ser persona adulta a su esposa. No la deja a un lado en las cuestiones económicas. Procura que ella sepa administrar bien la economía de la familia, para que, si algo le sucede a él, ella esté en condiciones de hacer frente  a la situación. También aprecia en lo que vale el trabajo de su esposa en el gobierno de la casa.
Está consciente de que no existe una obligación más importante, ni de mayor peso, ni ninguna tarea que requiera una entrega tan completa como la crianza  y la educación de los hijos, y así se lo manifiesta a su esposa.
6.      La mujer aprecia especialmente al hombre que se muestra benévolo ante sus cambios de estados de ánimo, ante sus problemas, sus caprichos y sus necesidades; al que ha aprendido a “sintonizarse” con ella desde el punto de vista emocional, cuando algo funciona mal en el matrimonio, tal hombre lo percibe en seguida, y logra que su esposa le hable del problema. Si ella tiene dificultades, si está enferma, no se siente relegado ni abandonado. Por el contrario; es lo suficientemente maduro para ayudar a resolver los problemas, en la medida de sus posibilidades.
7.      El hombre atractivo y digno de ser amado no es “ el eterno hijo de su mamá”. Por muy unido que se sienta a su padre, a su hermana o hermano, nunca pone en duda que su lealtad y sus obligaciones son primordialmente para su esposa y la familia que él fundo. Y es reservado en lo que sólo incumbe a él y a su esposa. Si tienen dificultades personales, el hombre las ventilará exclusivamente con su esposa.
Si ni así se solucionara el problema, deberá ser lo suficientemente maduro para recurrir a la ayuda profesional adecuada.
8.      A un hombre realmente atractivo le gustan las mujeres, pero no se pasa la vida coqueteando. Se casó con su esposa porque la quiere; no por interés económico, ni por convivencia social, ni para tener servicio doméstico y placer, ni para satisfacer su amor propio engendrando hijos. Quiere a su mujer tanto, que está dispuesto a morir por ella; sobre todo, a vivir por ella. Se cuida (no fuma, ni bebe en exceso) para llegar a ver a sus hijos maduros.
9.      Por último, el hombre realmente atractivo—lo mismo que la mujer auténticamente atractiva—sabe que ninguna relación interpersonal es perfecta por el mero hecho de haber llegado al matrimonio. Este es sólo el principio. De tal punto de partida en adelante, ambos tendrán que ser abiertos y estar dispuestos a madurar juntos, a colaborar emocionalmente para que su relación también progrese. O progresa, o muere. A medida que la relación conyugal mejora, ambos van sintiendo atracción el uno por el otro. Esta es la clase de relación que permitirá a los hijos del matrimonio llegar a ser realmente atractivos y dignos de ser amados.
      












Tomado de la revista Selecciones del Reader's Digest
  imagen de google. com


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