martes, 22 de octubre de 2013

EL SISIMIQUI


Hace mucho tiempo, los habitantes de un pequeño pueblo situado en la ladera de una montaña estaban realmente entristecidos. Y es que todos los jóvenes del lugar tenían miedo de casarse.
La razón era que, cada vez que se celebraba una boda, esa misma noche se  presentaba el Sisimiqui en la casa de los recién casados y raptaba a la novia para llevársela a su cueva.
Las cosas no podían seguir así pero nadie sabía cómo enfrentarse a un ser temible. Juan Valiente era diferente. Cuando llegó el día de su boda, no temió la visita del Sisimiqui.
Pensaba que con un apellido suyo, el Sisimiqui no se atrevería siquiera a intentar robarle la novia.
Así pues, se celebró un gran banquete y después los novios se retiraron felices y confiados.
Pero a medianoche el Sisimiqui entró en la cabaña y raptó a la mujer.
Alarmados por los gritos de Juan Valiente, acudieron algunos de sus amigos, tomaron machetes y se internaron en la montaña. Deseaban vengarse y rescatar a todas las mujeres que en los últimos años habían desaparecido.
Desconocían la guarida de Sisimiqui. Tras mucho caminar, se encontraron con tío Águila, y éste se ofreció a ayudarlos.
Monte adentro se cruzaron también con tío Jaguar, que les preguntó qué hacían tan lejos del poblado.
Al escuchar su historia, tío Jaguar comprendió la rabia de los Jóvenes, dio un zarpazo al aire y se ofreció a ir a pelear contra el Sisimiqui.
De unos matorrales salió entonces tío Conejo, que había escuchado toda la conversación:
--También yo quiero ir a la cueva del Sisimiqui---propuso tío Conejo muy serio----para encontrar a vuestras mujeres y acabar con él de una vez por todas.
Los muchachos se asombraron con tal propuesta. Eran tan pequeño que con la primera trompada del Sisimiqui el conejo pasaría a mejor vida. Juan Valiente le agradeció su buena voluntad y, sin ganas de burlarse por lo apesadumbrado que estaba, le respondió:
---Si no tienes miedo de perder la vida, ven con nosotros. Y así siguieron su camino.
El primero en ver la cueva del Sisimiqui fue tío Águila:
---Volaré dentro para ver si el Sisimiqui está dormido o despierto---propuso----.Yo lo conozco bien: si tiene los ojos abiertos, es que está dormido, y si los tiene cerrados, es que está despierto. Al salir de la cueva, gritó: --- ¡Está dormido, pueden entrar!
Juan Valiente entró y vio a todas las mujeres al fondo, temblando de miedo. Intentó acercarse a su esposa, pero el Sisimiqui se levantó, y se oyó  algo parecido a un huracán destruyendo todos los árboles de un bosque a su paso.
---- ¡Corran y pónganse a salvo!----gritó tío Jaguar mientras afilaba sus uñas.
Con un fiero salto se lanzó tío Jaguar contra el Sisimiqui, pero éste le dio tal paliza en poco rato que lo dejó casi muerto.  Entonces intervino tío Conejo: ----Déjenme a mí, yo me encargaré de él!
Tío Águila se posó en la copa de un árbol muy alto para ver la pelea y para acudir en auxilio del pequeño conejo en caso de emergencia.
Tío Conejo cavó rápidamente nueve cuevas que se comunicaban una con la otra, y, mientras oía venir la quebrazón de ramas por el monte, sacó su cuchillo y se ocultó en una de ellas.
El Sisimiqui, que lo había visto, metió en la cueva su pata para aplastarlo y tío Conejo lo picó con el cuchillito y salió por otra cuevita. El Sisimiqui dio un alarido que hizo temblar el monte y buscó a tío Conejo en otra cueva, pero el Conejo salió por un huequito y le cortó la inmensa cola. Furioso y dolorido, el Sisimiqui metió el hocico en el agujero para darle un buen mordisco pero se quedó atrapado y se lastimó los ojos. Mientras tío Conejo Salió por otro huequito.
Cuando el Sisimiqui al fin pudo liberarse, estaba tan maltrecho que decidió huir. Y dando tumbos por aquí y por allá, se perdió en la montaña y nadie volvió a saber de él.

Desde entonces, en el pueblo de Juan Valiente invitan a tío Conejo a todas las bodas, donde los novios bailan felices y despreocupados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario