Para contestar la pregunta del título, es necesario, antes
que nada, hacer una distinción clara entre la atracción instantánea (o
flechazo), y la atracción constante y duradera (o razones para amar a un
hombre). El mecanismo por el cual una mujer puede sentirse inmediatamente
atraída hacia un hombre es un popurrí de muchos factores: la voz, un gesto
determinado, la forma en que sostiene un vaso en la mano, un cierto estado de
ánimo, algún interés mutuo. Pero cualquier atracción que se base únicamente en
estas cualidades durará muy poco, a menos que el hombre también le parezca a la
mujer “digno de ser amado”.
Después de entrevistar a muchas mujeres, expongo aquí las
características que, con mayor frecuencia, estiman ellas parte integrante del
atractivo masculino, o sea del hombre por el que verdaderamente se sienten
atraídas.
1.
La
apariencia física, desde luego influye en que un hombre resulte atractivo a
primera vista y, también en menor grado, contribuye al interés duradero. Pero
presenta muchos aspectos engañosos. El hombre tan guapo como un artista de cine
es sin duda atractivo, pero las mujeres prefieren al hombre “interesante” o
“varonil”. Una cara tosca puede identificarse como masculinidad: para algunas,
puede significar que sabe bastarse a sí mismo y que podrá protegerlas. Una
apariencia juvenil, por otra parte, puede simbolizar ingenuidad, y la
posibilidad para ambos de “madurar juntos”. Otra mujer acaso se sienta atraída
por un hombre que se parezca a su propio padre y que actúe como él, sobre todo
si ha sido para ella un ídolo. (Aunque el sentimiento de adoración filial sea
consciente, ejerce a menudo una considerable influencia en muchas mujeres.
2.
El
factor más importante en el atractivo perdurable de un hombre es su capacidad
de interesarse auténticamente por su esposa y por sus hijos, y saber
relacionarse armoniosamente con ellos. Un hombre atractivo no dedicará todo su
tiempo, su energía y sus emociones solo a trabajar. Considerará a su esposa y
familia como socios, amigos y aliados. Compartirá con ellos su vida de trabajo,
su felicidad y sus problemas.
3.
El
hombre digno de ser amado se da cuenta de que su esposa es una persona muy
compleja, cuyas necesidades sexuales, sentimientos y reacciones forman un todo
y depende de sus emociones, de su bienestar y de sus estados de ánimo. En las
relaciones sexuales, la mujer al contrario del hombre, para participar y
responder plenamente, tiene que haber logrado cierto equilibrio entre dichos
sentimientos y estados de ánimo.
El hombre digno de ser amado es
paciente. Le agrada aprender, enseñar y desarrollar su capacidad creadora e
imaginativa para prodigar afecto y proporcionar satisfacciones. Le interesa más
sentirse unido a la amada, y compartir el placer y la felicidad, que su amor
propio. No “ se duerme en sus laureles”, y sabe que sus palabras, sus gestos y
ademanes tiernos son muy importantes para su esposa. No tiene miedo de
pronunciar frases como “ te quiero”, ni teme exteriorizar sus sentimientos.
Sabe que su capacidad de expresar su intenso amor constituye una prueba de
virilidad, de fuerza interior y de riqueza espiritual.
También sabe que es necesario
despejar periódicamente el trabajo, a los niños y otras obligaciones para salir
con su esposa y disfrutar los dos de unas horas de intimidad.
4.
El
hombre digno de ser amado es franco acerca de lo que piensa y capaz de afrontar
los problemas sin refunfuñar. Esta siempre dispuesto a tomar decisiones, pero
consultando con su esposa en todo lo que pueda afectar la vida familiar. Le
gusta “hablar claro” y expresar francamente su enojo cuando lo experimenta,
para que los canales de comunicación de la familia siempre estén abiertos.
También está dispuesto a olvidar y
perdonar, en caso necesario.
5.
El
hombre atractivo, digno de ser amado, le da beligerancia de ser persona adulta
a su esposa. No la deja a un lado en las cuestiones económicas. Procura que
ella sepa administrar bien la economía de la familia, para que, si algo le
sucede a él, ella esté en condiciones de hacer frente a la situación. También aprecia en lo que
vale el trabajo de su esposa en el gobierno de la casa.
Está consciente de que no existe una
obligación más importante, ni de mayor peso, ni ninguna tarea que requiera una
entrega tan completa como la crianza y
la educación de los hijos, y así se lo manifiesta a su esposa.
6.
La
mujer aprecia especialmente al hombre que se muestra benévolo ante sus cambios
de estados de ánimo, ante sus problemas, sus caprichos y sus necesidades; al
que ha aprendido a “sintonizarse” con ella desde el punto de vista emocional,
cuando algo funciona mal en el matrimonio, tal hombre lo percibe en seguida, y
logra que su esposa le hable del problema. Si ella tiene dificultades, si está
enferma, no se siente relegado ni abandonado. Por el contrario; es lo
suficientemente maduro para ayudar a resolver los problemas, en la medida de
sus posibilidades.
7.
El
hombre atractivo y digno de ser amado no es “ el eterno hijo de su mamá”. Por
muy unido que se sienta a su padre, a su hermana o hermano, nunca pone en duda
que su lealtad y sus obligaciones son primordialmente para su esposa y la
familia que él fundo. Y es reservado en lo que sólo incumbe a él y a su esposa.
Si tienen dificultades personales, el hombre las ventilará exclusivamente con
su esposa.
Si ni así se solucionara el problema,
deberá ser lo suficientemente maduro para recurrir a la ayuda profesional
adecuada.
8.
A
un hombre realmente atractivo le gustan las mujeres, pero no se pasa la vida
coqueteando. Se casó con su esposa porque la quiere; no por interés económico,
ni por convivencia social, ni para tener servicio doméstico y placer, ni para
satisfacer su amor propio engendrando hijos. Quiere a su mujer tanto, que está
dispuesto a morir por ella; sobre todo, a vivir por ella. Se cuida (no fuma, ni
bebe en exceso) para llegar a ver a sus hijos maduros.
9.
Por
último, el hombre realmente atractivo—lo mismo que la mujer auténticamente
atractiva—sabe que ninguna relación interpersonal es perfecta por el mero hecho de
haber llegado al matrimonio. Este es sólo el principio. De tal punto de partida
en adelante, ambos tendrán que ser abiertos y estar dispuestos a madurar
juntos, a colaborar emocionalmente para que su relación también progrese. O
progresa, o muere. A medida que la relación conyugal mejora, ambos van
sintiendo atracción el uno por el otro. Esta es la clase de relación que
permitirá a los hijos del matrimonio llegar a ser realmente atractivos y dignos
de ser amados.
Tomado de la revista Selecciones del Reader's Digest
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